lunes, 11 de febrero de 2019

La Constitución de 1917, 102 años después


El anterior cinco de febrero, en el teatro de la República, sito  en la ciudad de Querétaro, se llevó a cabo la conmemoración del 102 aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El último en intervenir en el evento solemne fue el presidente López Obrador, quien en su disertación expresó que, de acuerdo a su visión de gobierno correspondería una nueva constitución, sin embargo, aclaró que en su agenda tenía tareas más importantes, por lo cual, en el presente se estaría optando en el país por sugerir reformas que, según él, tienen la misma profundidad que un nuevo texto supremo del orden jurídico del país.
La intervención del presidente generó durante los días posteriores diversas opiniones.
En este sentido y sin analizar de modo esencial el significado de su dicho, hay muchos puntos que pueden ser destacados sobre la longevidad de la Constitución, por ejemplo, la Constitución mexicana ha sufrido a lo largo del tiempo varias reformas, en concreto 704; tan sólo los presidentes Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto son responsables de suscribir en total 486 transformaciones, es decir, más de la mitad de las reformas totales que hoy en día ha tenido la Constitución. Esto implica que durante los últimos 36 años –de los 102 de vigencia–, la Constitución ha sufrido la más álgida de sus actualizaciones. Asimismo, el presidente más reformador de la Constitución es Enrique Peña Nieto, quien en su haber suscribió por lo menos 150 cambios.
Ahora bien, no debe perderse de vista que este texto normativo tiene entre sus características positivas su propia vigencia, ya que ésta refleja que el país durante sus diversas etapas ha transitado en paz, es decir, la constitución federal con sus defectos y virtudes ha sido sólida para asegurar el traspaso de gobiernos democráticos sin incurrir en movimientos violentos, ello, a pesar de  la  sociedad mexicana de los siglos XIX y principios del XX, la cual era considerada como sumamente violenta y anárquica. Asimismo, se reconoce como la primera constitución en fundar  un tipo de constitucionalismo a nivel mundial, el social, a quien después la acompaño la constitución de Weimar en el concierto internacional.
Pero tal vez lo más importante, antes de sugerir una nueva constitución es reflexionar si la Constitución mexicana ya cumplió aquello que se instauró en su texto cuando se promulgó, es decir, saber si las personas ya llegaron a la plenitud de los derechos fundamentales y humanos de los cuales gozan (no discriminación, no vejaciones a mujeres y a hombres por su género, apariencia o estrato social); o al aseguramiento pleno en materia de protección a las colectividades (trabajo para todos, seguridad social universal y eficiente, vivienda digna, tasa cero de analfabetismo).
En este sentido, tal vez sea más conveniente reflexionar y prever si en realidad la Constitución requiere un cambio o lo que debe de modificarse es la administración pública que es quien materializa las decisiones políticas fundamentales puestas en la Constitución, de este modo, tal vez sea más adecuado hablar sobre el cambio que debe recaer en la forma de gobierno que en la propia ley de leyes, métodos de regular el poder y abrir el espacio adecuado para la revocación de mandatos.